miércoles, 9 de mayo de 2007

A MODO DE PRÓLOGO


Nicole Bazán



Caminando por las calles del gran Santiago, noto un leve malestar en el rostro de las personas que pasan por mi lado, la hora avanza, el paseo Ahumada se comienza a llenar, la noche y el frío comienzan a caer y, de pronto miles de personas, con sus mejores caras de velocidad ojerosas pasan unas sobre otras para poder alcanzar a cruzar de un extremo a otro la Alameda, en ese semáforo que dura tan sólo 30 segundos.


Luego de esta tremenda odisea, por fin a esperar la micro que me llevará a casa.


Ya van 15 minutos de espera, porque todas las micros 401 que me sirven están atestadas de “animales” colgando con cara de cómo si se dirigieran al matadero.


Cuando por fin llegó mi turno, me subo y para peor mi pase escolar sale “no válido”, el chofer con una amabilidad y paciencia admirable me dice “pase no más señorita”, “gracias”, respondo.


Avancé hasta donde divisé una asiento, luego de una gran subida que hay en el interior de la micro. ¡Claro! Ahora comprendo por qué nadie utiliza esos puestos, si yo que mido 1.75 mts., quedo con los pies colgando. Imaginen una mujer u hombre de estura normal, incómodo ¿verdad?


Como mi trayecto no era muy largo decidí quedar con los pies en el aire, pero por lo menos tenía asiento. Peor es mascar lauchas, dicen.


Unas cuadras más allá, cuando un sujeto de muy buen aspecto solicitó la parada del bus desde el interior de ésta, unos tipos que se hacían llamar “muérete de risa” subieron apresuradamente con una guitarra, cornetas y vestidos de manera estrafalaria. La emoción no les duró mucho, ya que el chofer con la educación que lo caracterizó desde un comienzo les pidió que abandonaran el bus y así lo hicieron.


Unos minutos más tarde, llegó mi turno, debía bajarme en Manuel Montt con Providencia y así lo hice. Mi idea era hacer combinación con la 106 que sube por Manuel Montt y me deja frente a mi casa, pero una vez que me acerqué al paradero de éste me vi en la obligación de sacar fuerzas de flaqueza y caminar las seis cuadras hasta mi hogar, ya que era imposible intentar siquiera subirse a ese bus, que en cualquier momento explotaba de personas.


Lo primero que hice al llegar a la casa fue sacar hacer pipi a mi perrito y encender las noticias.


No deja de llamarme la atención la actitud negativa que ha adoptado la gente para con la Presidenta, recordemos que a Verónica Michelle Bachelet Jeria la elegimos por mayoría absoluta, de hecho me inscribí en el registro electoral para votar exclusivamente por ella.


¿Han notado que siempre la culpa de todo la tiene la Presidenta y su Gobierno?


¡Qué ridiculez más grande! Claro, es fácil culpar a los otros, pero no recuerdan acaso que fuimos nosotros mismos los que la elegimos.


¡Hasta cuándo! Es muy inteligente, independiente, médico, madre y por sobre todo es mujer. Si no la dejan en paz, ¿como pretenden que gobierne?


Hoy, salen todos los prejuicios de la Alianza y opositores, criticándola hasta por su forma de vestir, ella es una mujer libre, tiene más poder que todos nosotros juntos, porque es la Presidenta de la República de Chile.


¿Acaso Piñera hubiera podido superar el tema del Transantiago?, lo más probable que sí, ya que el dinero todo lo compra, ¿pero tendría los cojones como para sacar el país adelante? Lo dudo.


El tema del Transantiago, es un proceso de adaptación. Sí, de acuerdo, faltan recorridos, las micros amarillas se pintaron de verde y blanco, una chantería, ¿pero que más quieren? Si al final de todo es un problema de idiosincrasia y no de los gobernantes del país.


Si la gente no coopera, no surgiremos nunca.


Lógico que es más fácil ser pobre y que el Estado te subvencione, lógico que es más fácil salir a la calle creyéndose malo con carteles y pancartas protestando por un tema que aseguro ni el 50% tiene idea.


Entonces, es un problema de raíz, no de la Presidenta, vayan a reclamarle a la tumba de O’Higgins a ver qué respuesta les da.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Crónica, noticia, opinión? Ojo con los puntos seguidos, sirven demasiado. Las ideas se enredan, sino se cortan donde corresponde.

Jordi