En medio de autos y bocinazos, se divisan los grupos de transeúntes que se dirigen a paso ligero hacia el metro o al paradero de buses.
En una banca del Parque Bustamante está sentada Daysi. El día otoñal no opaca el vestido ajustado, que por su escote, llama la atención de estudiantes y trabajadores que van de regreso a sus casas. Su estatura alta, el cabello liso, un suave maquillaje, sus tacos rojos y ese abrigo “imitación de piel”, dejan en claro a todos los “mirones” que ella, no es precisamente una “ejecutiva”.
Después de beber un café, toma su cartera y se dirige a la estación Parque Bustamante. Entre la gente va esta chica de 25 años, que desde los 22 comenzó a ejercer la profesión más antigua del mundo. Con una actitud segura y seductora, se pierde entre el tumulto, en busca una ventanilla de la boletería.
A diferencia de los molestos usuarios, para Daysi, el Transantiago no es sinónimo de disgusto e incomodidad, sino que éste se ha transformado en un nuevo e ideal medio- debido a las aglomeraciones - para “captar” clientes.
En el subterráneo ya comienza a sentirse ese “calor humano” de la hora pick, y las ansias de alcanzar un espacio en algún vagón.
Se abren las puertas, y Daysi ingresa al carro junto al imprudente gentío. “Es un trabajo fácil” dice ella. Asegura que los roces, empujones y apretones entre los cuerpos, hacen más factible su trabajo. Oficio que consiste nada menos que, entregar una tarjetita para “Mon Amour”, sauna y casa de masajes para varones, ubicado en barrio Moneda.
“Todo entra por la vista, cuando subo al metro me doy cuenta que no hay sólo un posible cliente, sino que casi siempre hay más de 3 hombres mirándome, interesados en que me acerque y ese momento es propicio para entregarles la tarjeta de contacto”.
Esta tarde su trayecto será Parque Bustamante-Escuela Militar, y en las ocho estaciones intermedias logra captar-la mayoría de las veces- hasta veinte clientes. “Este trayecto es uno de los mejores, porque son clientes “seguros”, que acceden a nuestro servicio al día siguiente o al segundo día de haber recibido la tarjeta”.
Las estaciones más rentables son los puntos de combinación entre una y otra línea, ya que, la cantidad y la circulación de pasajeros es mucho mayor que el flujo en las estaciones pequeñas, como Manuel Montt.
Ejecutivos y universitarios, es el perfil del público objetivo de “Mon amour”, sauna que no sólo publica su servicio en los diarios y en algunos sitios web, sino que también ha “innovado” en esta nueva modalidad de captación de clientes, que nació gracias al fracasado y odiado medio de transportes, Transantiago.
Daysi es una de las “seleccionadas” -por su figura- para trabajar fuera del lugar. Las mujeres que trabajan en buses y en metro, ganan un sueldo mensual de 300 mil pesos. “No es mucho, pero vivo bien, porque mi trabajo consiste solo en esto, no es una pega difícil, además ahora no tengo contacto personal con los clientes, como dentro del sauna.”
Cada fin de semana trabaja como “barwoman”, en eventos particulares, “pitutos” que se convierten en un buen dinero extra, además, sumados al sueldo fijo, es suficiente para pagar el gimnasio y el arriendo del departamento, ubicado a pasos del metro Universidad Católica.
“Entiendo a la gente que todos los días reclama en la televisión y en la radio por el mal servicio de transporte, creo que no es justo tanta incomodidad y desperfectos, pero yo miro esta situación de una manera fría, porque, si no fuera por esa masa de gente que ingresa al metro, yo captaría menos clientes y mi sueldo sería mucho más bajo” dice, riéndose por esta “confesión” que la hace ver, extrañamente, como la única “beneficiada” por el nuevo sistema.
Son las diez de la noche y han transcurrido varias horas desde que esta “vampiresa” de los vagones salió en busca de clientes. Hoy, como otros días, fue un buen negocio, logró captar a 18 hombres.
En un rincón del andén de la estación Escuela Militar, espera al metro que la llevará hasta el sector donde vive. En plena noche, a diferencia de años anteriores, el pasillo y las escaleras se repletan por los últimos pasajeros. De regreso, y con su meta cumplida, a esta chica le toca soportar- según ella “los únicos” defectos del metro- la incomodidad, el calor sofocante, empujones y malos olores del nuevo sistema de transporte…Transantiago.
1 comentario:
Buen cruce de miradas (periodismo y literatura). Faltó ser un poco más directa en la entrada. Algunas veces las introducciones muy largas hacen perder el interés.
Publicar un comentario