martes, 26 de junio de 2007

SÚBETE AL TRANSANTIAGO…HACIENDO “PERRO MUERTO”

Macarena Moreno

“No tengo tiempo para meter la mano a mi bolsillo, y sacar los 130 pesos, para cancelar el bus que me lleva diariamente hasta la universidad”, dice Carlos Herrera.

Los empujones, codazos y los gritos del chofer –como si estuviera dirigiendo a un ganado- provocaron la huida del estudiante, hasta el fondo de la hedionda y repleta máquina de transporte…otra vez ahorró un pasaje, nada de mal.

Este alumno de tercer año de arquitectura, de la Universidad de Santiago de Chile, confiesa que este nuevo sistema lo ha perjudicado económicamente. “Menos mal que soy uno de los tantos beneficiados por el crédito estatal. Cancelo un arancel mucho más bajo, eso me permite apartar unas “lucas” pa’ recargar la famosa tarjetita que no dura ná”.

De lunes a viernes, se ve el mismo “aire” de “mocha” en los paraderos. “La gente está cansada de que el chofer detenga la máquina en el paradero que a él se le ocurra, y cuando se detiene, la gente ingresa en masa y a empujones. No tienen tiempo para hacer tremendas filas”, dice Carlos.
Todos los días es igual, suma y sigue la evasión del pago de pasajes por parte de los miles de chilenos apurados -o simplemente “vivarachos”- como Carlos, que evitan sacar las “chauchas”, ya sea porque la masa los aplasta o porque así se desquitan contra el fracasado Transantiago.

El joven, dice que el trato de los nuevos conductores hacia los pasajeros, es el mismo “pésimo servicio” de los choferes de las “viejas” amarillas. “Te ven la pinta y no te permiten subir, y si se detienen, tratan a la gente como animales. Después se quejan que los pasajeros los hacen “huevones” con el pago”.

Delgado, de gran estatura, con “piercing” en ambas cejas, pantalones ajustados, bototos de “milico” y un cinturón metálico, que hace juego con su chaqueta y su pelo verde. Este amante del “punk”, dice que a la hora de ingresar a un bus, es visto como “bicho de malas pulgas” por el chofer. “Son ignorantes, a los estudiantes superiores los ven como delincuentes. Nos catalogan según nuestra “pinta”, sin saber que somos futuros profesionales. Vamos como nos sintamos más cómodos a la universidad. El Ministro de Transporte dijo que clasificarían a los nuevos conductores según un test psicológico, es un chiste, los actuales choferes están peor que antes”.
Carlos dice tener suficientes razones para no pagar su pasaje, y como él, mucha gente ha optado la misma actitud. El resultado: la evasión de pasaje es de un 40% y la pérdida mensual supera los 25 millones de dólares, y si la situación empeora, la pérdida superará los 300 millones de dólares.

El famoso plan se ha salido de control y se ha convertido en una verdadera “pelea de perros”, donde cada uno trata de defender lo que cree “justo”. Como es el caso de los conductores que han decidido poner personal en las puertas de los buses, al estilo “discoteca” –especialmente en los articulados que tienen tres salidas- para terminar con las “patudas” subidas gratuitas.

Algunas empresas son más drásticas. Exigen una tarifa de 470 pesos, lo que implicaría que un viaje “alimentador-troncal” tuviera una tarifa por sobre los quinientos pesos. “¡Están huevones! toda la plata que se ha gastado inútilmente, y más encima quieren subir el pasaje. Yo creo q la mayoría de los santiaguinos no estamos dispuestos a pagar “quina” por cada viaje”, dice Carlos, con un gesto de disgusto, al enterarse de una de las posibles soluciones.

Pero, la evasión del pasaje por parte de los “pillos”, no ha sido el único punto crítico del sistema, pues, este medio de transporte debió “rebuscárselas”, para obtener, de manera urgente, los recursos para el pago de los operadores que estuvieron en huelga.

El Transantiago está punto de irse a “pique”, necesita 300 millones de dólares para cubrir los costos de la puesta en marcha, durante el tiempo que sea necesario.

Por el momento, las mochas entre conductores y pasajeros acalorados, las continuas fallas técnicas y la “vivaracha” evasión de pasajes, seguirán ocurriendo…como pan de cada día.

martes, 19 de junio de 2007

EXTRAÑO VIAJE COTIDIANO

Macarena Moreno

Alegres, distraídos, pensativos, enojados, preocupados. Son cientos de personas que avanzan en trance a distintas direcciones. Salen y entran del subterráneo en grandes grupos, y, en las escaleras, se mezclan esos similares colores plomizos que envuelven sus cuerpos.
El humo del cigarrillo desaparece en la entrada de la estación, para emprender ese viaje rutinario que cada uno conoce de memoria. Diferentes vagones, distinta gente, pero ante sus ojos, aquellos pasajeros parecieran ser los mismos de días anteriores.

El frío de las calles que congeló sus manos y sus caras, ahora se vuelve un aire caluroso y espeso. Entra directo a los pulmones, como una inyección que desagrada y enfada a quien cae preso por los aplastantes cuerpos, dentro de un vagón claustrofóbico.

En uno de los asientos, frente al andén, hay una pareja. Alzan las voces en medio de una agitada discusión. Él, avergonzado, mira a su alrededor, la toma bruscamente, y le pide que baje la voz, ella lo ignora y comienza a gritarle más fuerte. De pronto, sus gritos son devorados por el repentino e imponente ruido del metro que, recoge a esa inquieta multitud. En sólo un minuto, Desparecen cuerpos y voces. El andén queda desolado y silencioso.

Seis de la tarde, la noche cubrió a Santiago. Quisiste salir a divertirte, sin rumbo fijo, y te perdiste en esa línea en dirección a Bellas Artes. La estación que te da la bienvenida para ser uno más del bullicio cultural. Malabaristas, payasos y magos, ubicados frente al Museo Nacional de Bellas Artes, tratan de robar una sonrisa a quienes se sientan a pasar las últimas horas del domingo otoñal. Tú, anhelando quedarte en un domingo eterno, te sumerges en las melodías de un grupo que, arriba del escenario, enciende la tarde fría con su eufórica tocata “punk-rock”.
El show es iluminado por unos faroles que apenas alumbran, pero dan un toque propicio al ambiente, para que ebrios y drogados pasen inadvertidos en medio del gentío.

Aire de fiesta, olor a marihuana y a cerveza. Una mezcla de sensaciones se fusiona y se transforma en una sola. Conocer, compartir, reír y embriagarse. En los vagones, perfectos desconocidos, y al observarlos en este lugar, parecieran amigos de toda una vida.

En un solo día, tuviste el tiempo suficiente para haber observado todo lo que pasó a tu alrededor, pero, ¿hace cuánto que no te observas a ti mismo? quizás hace mucho tiempo, porque has preferido ocultarte en labores cotidianas y en juergas nocturnas, para evadir tu interior y olvidar lo que tu propia mente quisiera recordar a gritos, para confirmarte, en medio de recuerdos, que es mejor dar vuelta la página.

El momento en que esos pensamientos tratan de invadirte, tú reaccionas exaltado, alzas la mirada y en la puerta te reflejas a ti mismo…¡¡sorpresa!! Estás frente a tu propia imagen, rodeado de bultos inmóviles y mudos, esos que te acompañan siempre en tus viajes. Tal vez, es el único momento del día en que te detienes a contemplarte a ti mismo. De pie, rodeado de gente, y frente a tu presencia que se confunde y se mezcla, con esas fugaces luces violetas que iluminan el túnel.

Anduviste por tantos lugares, y aquí vas de nuevo, en medio de un gentío, pero solo…de regreso a casa.