Macarena Moreno
“No tengo tiempo para meter la mano a mi bolsillo, y sacar los 130 pesos, para cancelar el bus que me lleva diariamente hasta la universidad”, dice Carlos Herrera.
Los empujones, codazos y los gritos del chofer –como si estuviera dirigiendo a un ganado- provocaron la huida del estudiante, hasta el fondo de la hedionda y repleta máquina de transporte…otra vez ahorró un pasaje, nada de mal.
Este alumno de tercer año de arquitectura, de la Universidad de Santiago de Chile, confiesa que este nuevo sistema lo ha perjudicado económicamente. “Menos mal que soy uno de los tantos beneficiados por el crédito estatal. Cancelo un arancel mucho más bajo, eso me permite apartar unas “lucas” pa’ recargar la famosa tarjetita que no dura ná”.
De lunes a viernes, se ve el mismo “aire” de “mocha” en los paraderos. “La gente está cansada de que el chofer detenga la máquina en el paradero que a él se le ocurra, y cuando se detiene, la gente ingresa en masa y a empujones. No tienen tiempo para hacer tremendas filas”, dice Carlos.
Todos los días es igual, suma y sigue la evasión del pago de pasajes por parte de los miles de chilenos apurados -o simplemente “vivarachos”- como Carlos, que evitan sacar las “chauchas”, ya sea porque la masa los aplasta o porque así se desquitan contra el fracasado Transantiago.
El joven, dice que el trato de los nuevos conductores hacia los pasajeros, es el mismo “pésimo servicio” de los choferes de las “viejas” amarillas. “Te ven la pinta y no te permiten subir, y si se detienen, tratan a la gente como animales. Después se quejan que los pasajeros los hacen “huevones” con el pago”.
Delgado, de gran estatura, con “piercing” en ambas cejas, pantalones ajustados, bototos de “milico” y un cinturón metálico, que hace juego con su chaqueta y su pelo verde. Este amante del “punk”, dice que a la hora de ingresar a un bus, es visto como “bicho de malas pulgas” por el chofer. “Son ignorantes, a los estudiantes superiores los ven como delincuentes. Nos catalogan según nuestra “pinta”, sin saber que somos futuros profesionales. Vamos como nos sintamos más cómodos a la universidad. El Ministro de Transporte dijo que clasificarían a los nuevos conductores según un test psicológico, es un chiste, los actuales choferes están peor que antes”.
Carlos dice tener suficientes razones para no pagar su pasaje, y como él, mucha gente ha optado la misma actitud. El resultado: la evasión de pasaje es de un 40% y la pérdida mensual supera los 25 millones de dólares, y si la situación empeora, la pérdida superará los 300 millones de dólares.
El famoso plan se ha salido de control y se ha convertido en una verdadera “pelea de perros”, donde cada uno trata de defender lo que cree “justo”. Como es el caso de los conductores que han decidido poner personal en las puertas de los buses, al estilo “discoteca” –especialmente en los articulados que tienen tres salidas- para terminar con las “patudas” subidas gratuitas.
Algunas empresas son más drásticas. Exigen una tarifa de 470 pesos, lo que implicaría que un viaje “alimentador-troncal” tuviera una tarifa por sobre los quinientos pesos. “¡Están huevones! toda la plata que se ha gastado inútilmente, y más encima quieren subir el pasaje. Yo creo q la mayoría de los santiaguinos no estamos dispuestos a pagar “quina” por cada viaje”, dice Carlos, con un gesto de disgusto, al enterarse de una de las posibles soluciones.
Pero, la evasión del pasaje por parte de los “pillos”, no ha sido el único punto crítico del sistema, pues, este medio de transporte debió “rebuscárselas”, para obtener, de manera urgente, los recursos para el pago de los operadores que estuvieron en huelga.
El Transantiago está punto de irse a “pique”, necesita 300 millones de dólares para cubrir los costos de la puesta en marcha, durante el tiempo que sea necesario.
Por el momento, las mochas entre conductores y pasajeros acalorados, las continuas fallas técnicas y la “vivaracha” evasión de pasajes, seguirán ocurriendo…como pan de cada día.